Bambalinas: cada una de las tiras de lienzo pintado que cuelgan del telar del teatro y completan la decoración. O al menos así lo define la RAE. 

Pero para nosotros tiene otro sentido. No es un lugar, ni un objeto, sino más bien un momento, una sensación, la percepción del instante mágico en el que la realidad se ofusca, se funde y confunfe con la farsa, maravillosa mentira evocadora que anhelamos con cada fibra de nuestro ser.

Es allí, en el limbo de nuestras historas, personajes, tretas, pasiones, risas y temores, donde hayamos el maná que nos impulsa a seguir embaucando al incauto que se acerca a nosotros. 

 

¡Bambalinas! 

Vivo sin vivir en mí porque vivo entre bambalinas.